Chikago's Doors

[ 28.5.06 ]

 

Libre Albedrío dentro del Determinismo (III)

Neo, Morfeo y Trinity salen de un ascensor y llegan a la planta 101 de un edificio.

MAITRE: Peux vous aidez?

MORFEO: Sí, queremos hablar con Merovingio.

MAITRE: ¡Ah!, por supuesto. Les está esperando. Síganme.

(Abre una puerta doble y entran en un restaurante donde suena música de ambiente. Al fondo hay una pareja sentada en la mesa principal).


MEROVINGIO: ¡Ah!, ¡helo aquí! Ya era hora. Neo, El Elegido en persona, ¿verdad? Y con él, el mítico Morfeo. Y Trinity, cómo no, aussi belle qu’elle me fait souffrir… He oído hablar mucho de ustedes. Por favor, siéntense. Les presento a mi mujer: Perséfone. (Se sientan). ¿Desean comer?, ¿beber? Tales cosas son artificio, como tantas otras aquí, para guardar las apariencias.

NEO: No, gracias.

MEROVINGIO: Ya, claro. No hay tiempo. ¿Quién tiene tiempo? Sin embargo, si nunca nos tomamos tiempo, ¿cuándo dispondremos de él? (Huele el vino) Châteu aux Brie, 1959. Un vino magnífico. Adoro el vino francés. He probado todos los idiomas y me quedo con el francés. ¡Es fantástico! Especialmente para insultar: (....)…ta mére. Es como si le azotaran a uno con un látigo de seda. Me encanta.

MORFEO: ¿Sabe por qué hemos venido?

(...)

MEROVINGIO: (...) Ustedes han venido porque les han enviado. Les han dicho que vinieran y han obedecido. ¡Ja! Así es como funcionan las cosas. Verán, sólo hay una constante, una verdad universal. Es la única verdad: causalidad. Acción-reacción, causa-efecto.

MORFEO: Todo empieza con una elección.

MEROVINGIO: No, falso. La elección es una ilusión creada entre los que tienen poder y los que no lo tienen. Vea a aquella mujer. (Es una rubia escotada que cena con varios caballeros).

MEROVINGIO: Mon dieu! Fíjese bien en ella. No pasa inadvertida para nadie. Es tan obvia, tan burguesa, tan aburrida. Pero espere, observe, verá que acabo de enviarle un postre, un postre muy especial. (Es un pastel de chocolate).



Yo mismo lo escribí. Se inicia con sencillez (ella se lo come con un tenedor) y luego cada línea de programa crea un nuevo efecto, como una poesía. Primero se apresura, se acalora, su corazón se agita. Lo ve, ¿verdad Neo? Ella no entiende nada, ¿por qué?, ¿habrá sido el vino? No. (Perséfone cierra los ojos con cara de disgusto). ¿A qué se debe entonces?, ¿cuál es la causa? Al poco ya no importa, al poco el por qué y la causa desaparecen, y lo único que importa es la sensación en sí misma. (Se ve a la mujer rubia muy excitada).

Esa es la naturaleza del universo. La combatimos, nos empeñamos en negarla, pero con fingimiento. Es mentira. Bajo esta equilibrada apariencia, la verdad que subyace es que carecemos de todo dominio. (El pastel está activando el deseo sexual de la mujer. Ella se levanta y se va). La causalidad. No podemos escapar de ella. Somos sus esclavos eternos. Nuestra única esperanza, el único sosiego, está en comprenderla. Comprender el por qué. El por qué es lo que nos separa de ellos. A ustedes de mí.

El por qué es la fuente de poder real. Sin él se está indefenso. Y así han venido a mí…Sin un por qué, carentes de poder. Otro eslabón de la cadena. Pero no teman, habida cuenta de que son buenos obedeciendo órdenes, les diré qué harán a continuación. Deben volver y dar este recado a esa adivina: su tiempo está a punto de acabarse. (Se levanta). Ahora tengo negocios reales que atender, así que adieu y adiós.

NEO: (Levantándose) Esto no ha acabado.

MEROVINGIO: ¡Oh, sí! Ya lo creo. (...)

PERSÉFONE: ¿A dónde vas?

MEROVINGIO: Oh, por favor, ma chérie, ya te lo he dicho. Somos víctimas de la causalidad. Si ingiero demasiado vino, tengo que hacer pis. Causa y efecto.

Au revoir!

| Las Rutas de la Salamandra [18:24]


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